ALEGORÍA TROPICAL, ACRÍLICO Y ÓLEO SOBRE TELA, AÑO 2007.
EL VENDEDOR DE FLORES
Todas las mañanas, en una bella ciudad;
había un joven que vendía flores
de todos los colores;
la gente pasaba y le compraba,
para regalar a los amores;
tantos eran los ramos que vendía,
que llegó un día;
que a la joven que él quería;
no le pudo vender lo que ella le pedía.
Y éste, enfurecido al no tener lo que su amada prefería;
con torpeza la ofendía,
diciéndole:
¡Mira mujer de vaga arrogancia,
no me gusta engañarme con la elegancia;
porque eso, lo aprendí desde mi infancia,
no tengo lo que tú me estas pidiendo;
las pocas rosas que tenía,
se las he regalado a María;
y como tú lo estás viendo,
estas son las flores que estoy vendiendo;
y si no te gustan, ya vez, que no te las
estoy ofreciendo!
Y la mujer que tanto lo quería,
por poco las lagrimas se le salían;
y mas le dolió, cuando nombró
el nombre de María;
pensó que esta era la mujer, que a él,
le hacía compañía;
ya sentía que los celos,
en su sangre corrían;
y con una voz, llena de agonía,
dijo; lo que sentía:
¡No vine aquí para que me ofendas,
menos a comprar flores que ya no vendas!
¿si es tu orgullo el que te a puesto una venda,
o es tu timidez?
que te hace proceder,
de una manera que no es.
Y fue entonces:
cuando el vendedor de flores reflexionó,
y a la joven enamoró,
no la había enamorado antes,
porque sabía que no la merecía;
era esta una mujer, que grandes cualidades tenía
pero a pesar de su riqueza y su inteligencia
al vendedor de flores quería.
Y después de tanto tiempo,
que en los dos, el amor había existido;
el pensó: que podía ser su marido.
Era ese el momento,
que ella estaba esperando;
al fin, se estaba comprendiendo,
con el hombre, que tanto tiempo,
había estado amando...
Antonia Bibiano Castro
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